viernes, 13 de noviembre de 2009

De una médico de familia en Madrid: ¿ASÍ SIN MÁS? AYER SE ROMPIÓ MI FONENDO…


Ayer se rompió mi fonendo, así, sin más avisos. De repente, mientras pasaba consulta, dejé de oír la entrada y salida de aire del pulmón del siguiente paciente, moví la campana: seguí sin escuchar, moví las olivas en mis oídos y tampoco oía nada; examiné más tarde el resto del fonendo ¡y ahí estaba el problema: la goma se había roto! Se había seccionado, sin más…

Me sentí sorprendida, era como “si no hubiera aguantado más”, en la “curva” por donde lo doblaba para guardarlo o meterlo en el bolsillo de la bata : se había partido!
Me sentí extraña, es el único fonendo con el que he trabajado en estos años: en las distintas consultas de AP, en mis años de residente y en los de estudiante ¡durante 11 años! y ahora se ha roto…

Y empecé a pensar en estos 11 años que he pasado atendiendo personas, escuchando problemas, miedos, expectativas, mirando sufrimientos, y … oyendo latidos, ruidos, murmullos, … cuando no crepitantes, soplos o sibilancias ¡y él me lo ha permitido! Él ha estado entre el paciente y yo, vehiculizando esa comunicación de sonidos, pensaba, como en alguna medida estamos nosotros vehiculizando la comunicación entre el paciente y su salud.
Y pensaba en la flexibilidad de la goma de mi fonendo durante ¡estos 11 años! día tras día durante 11 años… y me vino a la cabeza ese tiempo como el periodo preclínico de una enfermedad, poco a poco la flexibilidad va disminuyendo, la goma se va endureciendo, sin otros “síntomas”, sin nada que nos llame la atención , que nos haga detenernos, hasta que un día: dejas de oír el sonido que hasta ese momento transmitía, ya está : ha sucedido, así, sin más : se ha roto mi fonendo.

Y pensaba en nosotros mismos, en mí misma, en mi flexibilidad, año tras año, día tras día, enfermo tras enfermo, paciente tras paciente, usuario tras usuario… y en estos solo 6 años que llevo ejerciendo mi profesión ¿estaré en el periodo preclínico de mi rotura? ¿ hay algún síntoma o algún signo que me ayude a no llegar “así sin más” a que un día deje de oír, de transmitir, de vehiculizar? Él ha tardado 11 años, ¿cuántos tardaré yo?
Y me veía, así como a mi fonendo, doblándome cada día, adaptándome a las, cada día más, peticiones/objetivos de nuestros directores/ jefes/ gerentes: la agenda de calidad, la accesibilidad, la aplicación de las guías clínica o documentos de consenso, la capacidad resolutiva de AP sin derivar a A Especializada, la prescripción de fármacos genéricos, la multiplicación de funciones burocráticas en la consulta… y adaptándome , cada día, a las peticiones cada vez mayores de nuestros pacientes/enfermos/usuarios: la atención inmediata ante lo que el usuario considera urgente, presente o no tal calificación según nuestro criterio, la cumplimentación de informes, certificados, justificantes, acreditaciones … sobre su buena salud o su grave enfermedad, la prescripción de un fármaco que sea bueno, barato, efectivo y “casi mágico”, la resolución de su proceso de forma rápida por no decir inmediata…

Y me sentía yo misma extraña ante mi fonendo, extraña ante esta medicina que practico, que día a día nos van o nos vamos obligando a practicar, ajena a nosotros mismos, ajena a mí misma, a aquella profesión que poco a poco he ido conociendo a lo largo de estos 13 años desde mi primera toma de contacto con el “mundo de la salud” o “el mundo del enfermo”, según se mire. Extraña ante los cambios que estamos viviendo, en los que estamos inmersos y que en mayor o menor medida nos arrastran hacia una práctica clínica diaria que no es en la que más creemos, extrañada de donde queda, en medio de las directrices de la dirección y las exigencias del usuario, cabida para el desarrollo de aquella medicina en la que yo creo, sigo creyendo, el desarrollo de una profesión llamada “liberal”, para la que yo en solo estos 13 años vengo formándome, estudiando, adquiriendo habilidades, aprendiendo técnicas, conociendo particularidades de los enfermos, de las patologías, de los fármacos, de las formas de comunicarnos… y me veía cada vez con menos capacidad de flexibilizarme, con más rigideces, y de esta manera “insertada” en esa fase “preclínica” , que no digo “prepatogénica”, de eso que hemos dado en llamar el “Burn out”. Y pensaba en esa “rotura sin más”, si es realmente así, o hay algunas señales que nos hablan de que algo está pasando, de que estamos en esa situación de “rigidez” y que si evoluciona voy/vamos a llegar a la “rotura sin más”.

Lanzo desde aquí un grito a favor de nuestra libertad, de nuestra flexibilidad para el desarrollo de unos principios, unos valores, un método de trabajo, formas de escucha… en el día a día de nuestra profesión, un trabajo para el que durante muchos años nos preparamos, en el que paciente tras paciente, consulta tras consulta, nuestro fonendo está ahí como el más fiel aliado.

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